domingo, octubre 9

DIEZ PREGUNTAS VEGETARIANAS BÁSICAS PARA EL ESCRITOR CANÍBAL DE HOY…




DIEZ PREGUNTAS VEGETARIANAS BÁSICAS PARA EL ESCRITOR CANÍBAL DE HOY…
Preguntas: Norah Lorenzo

1- ¿Cómo y cuándo surge en vos la necesidad de expresarte a través de la palabra escrita?
2- ¿Qué es lo que te decide a la hora de escribir qué tipo de forma textual vas a utilizar?
3- En la Antigüedad la lírica, que abarcaba la poesía y la narrativa (epopeya), tenía una función educativa, didáctica, más popular. Luego el poeta de la “modernidad” se separó de esta función. ¿Cómo ves en el mundo actual la relación entre literatura y sociedad? ¿Crees que el escritor debe cumplir un rol social?
4- ¿Qué escritores clásicos admiras en narrativa y en poesía?
5- En un mundo donde la lista de libros, en diarios y suplementos literarios, no habla de los mejores sino de los más vendidos y que muchas veces el lugar no lo ocupa la ficción ¿es difícil siendo escritor sentir que se ocupa algún lugar? ¿Cuándo se escribe se piensa en un lector ideal, y hasta dónde uno quiere que lleguen sus libros?
6- ¿Qué opinas de los concursos literarios, crees que de alguna forma los grandes premios ya están arreglados con antelación, teniendo en cuenta algunos hechos que se han sucedido al respecto? ¿Le sirve al escritor participar de estos concursos?
7- ¿Crees que el escritor necesita del reconocimiento? ¿Cómo te sentís vos con relación al halago? ¿Por cuál de tus obras te gustaría que se te recordara?
8- ¿Cuáles son tus lecturas en la actualidad? ¿Lees a tus contemporáneos? ¿cuáles te gustan?
9- ¿Crees como decía Giannuzzi que en el poema importa más lo que no se dice, “roer el hueso de la palabra”?
10- En la actualidad se publican muchos libros de poesía, aún cuando “la poesía no se vende”, ¿Por qué crees que se da este fenómeno? ¿Pensás que esto es valioso o la palabra de algún modo nos está devorando?


Respuestas; Clara Vasco
1) La necesidad surge como algo que quiero decir, que se precipita, empuja desde adentro, o desde un afuera inmediato, pide, anuncia, quiere estallar. Pero hay que evitar que estalle, darle una forma.

Algunas veces los poemas vienen llamados por algo que sucede en la calle, en el subte, en un bar. De repente unas lenguas curvadas y libres como látigos en el aire, se entrelazan y unen imágenes, sentimientos y entrañas, con pasajeros de subte, árboles, o la arena.

Otras veces es un llamado solitario, algo que nos desgarra como una nota en el estómago, aprieta y tira hacia arriba, le tiende una soga a las conexiones del cerebro, y entonces, como diría el filosofo Lévinas, el pensamiento y la palabra irrumpen dinámicamente al unísono. Siempre una emoción o un estado interior es el origen de un poema. El tema es cómo se nos manifiesta, cómo hace su aparición y puesta en escena, y también en qué momento lo hace, cómo intervienen los otros, el estado del mundo, el climático, las discusiones políticas en los televisores encendidos, las cocinas donde preparamos el alimento de cada día.

Es como una composición musical, pero de imágenes en vez de notas, que luego se representa con el lenguaje. La necesidad de expresar con palabras surge también cuando, de repente, veo lo conocido de un modo nuevo (todo o algo de lo que me rodea). Entonces eso nuevo pide ser dicho, ser hablado, cobrar existencia. La batalla es ardua pues cuando escribo las palabras saben quiénes son, pero yo no. Uno las llama, las acaricia y así como entramos con ellas en éxtasis, así nos dan un portazo y nos dejan sordos, opacos, callados.


2) Si es dentro de la escritura poética, la forma sería el verso libre. La forma también es la estructura. A veces viene de la mano del sentido, o de la mano de las palabras más evocadoras del poema que se van encadenando por asociación de algún tipo (memoria emotiva, cognitiva, sonora).

Y si hablamos de géneros literarios, todavía no me he aventurado a otras posibilidades, como el cuento, el ensayo, y la novela.

3) Creo que todo escritor se expresa en el marco de una determinada comunidad, idioma, época. Está atravesado por su tiempo y por los acontecimientos del mundo. Y entonces la escritura tiene que estar atravesada por esa dimensión, además de la historia personal del artista.
Si la escritura ya no tiene un objetivo didáctico, lo que el escritor aporta al mundo, es el conocimiento subjetivo, sus experiencias y aprendizajes humanos, y ese conocimiento es tan importante y nutritivo como el saber institucional. Es la dimensión reflexiva de la poesía, la que la acerca a la ciencia. Creo que el rol del escritor sería aportar ese saber particular y único a los demás. Como dicen los versos de Paco Urondo “los artistas, los intelectuales, siempre han sacudido el polvo de la realidad; descubrieron caminos, emancipaciones”. Sea cual fuere el tema sobre el que escriba, un escritor, si es fiel a su naturaleza, a su palabra y a su condición de único, puede iluminar zonas ocultas y despertar emociones y conciencias. Citando a Neruda, yo diría que es bueno escribir “sin excluir deliberadamente nada, sin aceptar deliberadamente nada”.

4) Shakespeare, Camus, Tolstoi, Virginia Woolf, Bradbury, Garcia Márquez, Kawabata. Tantos otros! En poesía, Garcia Lorca, Neruda, Pessoa, Machado, Vallejo, Pavese, Baudellaire,. Poetas argentinos, B. Fernández Moreno, Borges, Girondo, Storni, Madariaga, Gianuzzi, Aguirre, Biaggoni…

5) Cuándo escribo no pienso en un lector ideal. Aunque el lector ideal sería simplemente aquél que te lee con interés, el que te disfruta. Podría decir que “escribo para mí”, aunque esto no explica mucho, pues qué es “mí” sin los otros? Siempre se espera que haya alguien del otro lado para escuchar, lo que deseamos es abrir nuestro ser, mostrar las heridas y los misterios que vivimos. Escribir es también un esfuerzo por comprenderse, y por comunicarse. Me gustaría que mis libros llegaran a muchas cabezas y corazones.

En mi caso personal espero ocupar un espacio de expresión, compartido con mis contemporáneos.

6) Personalmente no suelo participar en concursos, pero sí creo que son importantes, porque muchas veces son llevados a cabo con seriedad, y es un modo de que los textos valiosos se publiquen, y que se den a conocer los escritores. Como en tantos otros rubros, es posible que a veces el jurado esté condicionado o haya un ganador “cantado”. Pero en todo sistema se filtra siempre algo distinto, y es así como también ganan concursos muchos escritores que lo merecen. Quizás los concursos tienen también algo de arbitrario. Siempre habrá “otro” que también hubiese podido ganar.

7) Sí, el reconocimiento es necesario, es un estímulo, un motivo para seguir trabajando, y es algo que se disfruta, cuando es sincero. El halago no es lo mismo, hay que tomarlo con mucha discreción, y alegrarse cuando se percibe que es auténtico.

Hasta el momento publiqué un solo libro de poesía, “Lavandera de la noche”. Me gustaría que se me recordara por mis obras y por mi vida. Por la construcción de un bienestar y una honestidad, para conmigo misma y para con los demás.

8) Estoy leyendo más novelas que poesía. En este momento estoy leyendo “Suite Francesa” de Irene Nemirovsky. Su prosa es cruda, rica, palpitante. También estoy leyendo un libro sobre el existencialismo, que encuentro muy poético: “…Pero al hombre le está prohibido olvidarse de que existe”. Además, leo una novela de Félix Bruzzone, y al poeta peruano José Guatanabe.

No leo tanto como quisiera a los poetas contemporáneos, pero me gustan Leopoldo Castilla, Paulina Vinderman, Jorge Boccanera, , Alejandro Smith, y tantos otros. Inés Negroni, Liliana Ancalao, Szpunberg, Mileo, Julia Magistrati. Hay muchos poetas contemporáneos interesantes para leer, amigos queridos, conocidos, o intuidos, pero no podría nombrar tantos aquí.

9) Si, estoy de acuerdo con Gianuzzi, sucede que lo que se da es una tensión entre lo que se dice y lo que no se dice. De modo que es difícil usar una ponderación que destaque una sóla de esas instancias. Lo que se dice es importante para que pueda cobrar existencia “lo que no se dice”. Pero lo cierto es que las palabras dichas, pueden ser más o menos efectivas para crear esa otra dimensión, la de entrelíneas, la que nos sumerge en un estado desconocido, nuevo, donde algo queda abierto para que lo escriba el lector.

10) Creo que es llamativa la cantidad de gente que escribe, por ejemplo en Buenos Aires. Los ciclos de poesía y los circuitos donde se lee y escribe (talleres grupales e individuales, bares literarios, etc.) son muchísimos. Probablemente el valor artístico, poético, de todo lo que se publica sea bastante diverso. Estamos sí, invadidos por la palabra, por la información, por los excesos de la comunicación. Simplemente, no se puede absorber todo lo que está disponible. Hay que seleccionar, ser minuciosos, para poder disfrutar de algo. La palabra como plegaria, como escape, como búsqueda interior, tiene validez aunque no siempre se pueda considerar poesía. Es bueno poder distinguir estas cosas, y no siempre es sencillo. La palabra nos devora en el sentido de que no puede existir pensamiento sin lenguaje, aunque probablemente sí puede haber discursos vacíos.
En la comunicación humana, un alto porcentaje corresponde a la comunicación no verbal. Lo gestual, postural, el espacio y las distancias, los tonos, volumen, ritmo, etc. Por eso el uso de la palabra implica también un esfuerzo para dotarla de carnadura, en la construcción del poema. Y si esto no sucede nuestra mente y cuerpo tal vez sientan una inexplicable sed cuando escribimos o leemos poesía.



1) La necesidad surge como algo que quiero decir, que se precipita, empuja desde adentro, o desde un afuera inmediato, pide, anuncia, quiere estallar. Pero hay que evitar que estalle, darle una forma.

Algunas veces los poemas vienen llamados por algo que sucede en la calle, en el subte, en un bar. De repente unas lenguas curvadas y libres como látigos en el aire, se entrelazan y unen imágenes, sentimientos y entrañas, con pasajeros de subte, árboles, o la arena.

Otras veces es un llamado solitario, algo que nos desgarra como una nota en el estómago, aprieta y tira hacia arriba, le tiende una soga a las conexiones del cerebro, y entonces, como diría el filosofo Lévinas, el pensamiento y la palabra irrumpen dinámicamente al unísono. Siempre una emoción o un estado interior es el origen de un poema. El tema es cómo se nos manifiesta, cómo hace su aparición y puesta en escena, y también en qué momento lo hace, cómo intervienen los otros, el estado del mundo, el climático, las discusiones políticas en los televisores encendidos, las cocinas donde preparamos el alimento de cada día.

Es como una composición musical, pero de imágenes en vez de notas, que luego se representa con el lenguaje. La necesidad de expresar con palabras surge también cuando, de repente, veo lo conocido de un modo nuevo (todo o algo de lo que me rodea). Entonces eso nuevo pide ser dicho, ser hablado, cobrar existencia. La batalla es ardua pues cuando escribo las palabras saben quiénes son, pero yo no. Uno las llama, las acaricia y así como entramos con ellas en éxtasis, así nos dan un portazo y nos dejan sordos, opacos, callados.


2) Si es dentro de la escritura poética, la forma sería el verso libre. La forma también es la estructura. A veces viene de la mano del sentido, o de la mano de las palabras más evocadoras del poema que se van encadenando por asociación de algún tipo (memoria emotiva, cognitiva, sonora).

Y si hablamos de géneros literarios, todavía no me he aventurado a otras posibilidades, como el cuento, el ensayo, y la novela.

3) Creo que todo escritor se expresa en el marco de una determinada comunidad, idioma, época. Está atravesado por su tiempo y por los acontecimientos del mundo. Y entonces la escritura tiene que estar atravesada por esa dimensión, además de la historia personal del artista.
Si la escritura ya no tiene un objetivo didáctico, lo que el escritor aporta al mundo, es el conocimiento subjetivo, sus experiencias y aprendizajes humanos, y ese conocimiento es tan importante y nutritivo como el saber institucional. Es la dimensión reflexiva de la poesía, la que la acerca a la ciencia. Creo que el rol del escritor sería aportar ese saber particular y único a los demás. Como dicen los versos de Paco Urondo “los artistas, los intelectuales, siempre han sacudido el polvo de la realidad; descubrieron caminos, emancipaciones”. Sea cual fuere el tema sobre el que escriba, un escritor, si es fiel a su naturaleza, a su palabra y a su condición de único, puede iluminar zonas ocultas y despertar emociones y conciencias. Citando a Neruda, yo diría que es bueno escribir “sin excluir deliberadamente nada, sin aceptar deliberadamente nada”.

4) Shakespeare, Camus, Tolstoi, Virginia Woolf, Bradbury, Garcia Márquez, Kawabata. Tantos otros! En poesía, Garcia Lorca, Neruda, Pessoa, Machado, Vallejo, Pavese, Baudellaire,. Poetas argentinos, B. Fernández Moreno, Borges, Girondo, Storni, Madariaga, Gianuzzi, Aguirre, Biaggoni…

5) Cuándo escribo no pienso en un lector ideal. Aunque el lector ideal sería simplemente aquél que te lee con interés, el que te disfruta. Podría decir que “escribo para mí”, aunque esto no explica mucho, pues qué es “mí” sin los otros? Siempre se espera que haya alguien del otro lado para escuchar, lo que deseamos es abrir nuestro ser, mostrar las heridas y los misterios que vivimos. Escribir es también un esfuerzo por comprenderse, y por comunicarse. Me gustaría que mis libros llegaran a muchas cabezas y corazones.

En mi caso personal espero ocupar un espacio de expresión, compartido con mis contemporáneos.

6) Personalmente no suelo participar en concursos, pero sí creo que son importantes, porque muchas veces son llevados a cabo con seriedad, y es un modo de que los textos valiosos se publiquen, y que se den a conocer los escritores. Como en tantos otros rubros, es posible que a veces el jurado esté condicionado o haya un ganador “cantado”. Pero en todo sistema se filtra siempre algo distinto, y es así como también ganan concursos muchos escritores que lo merecen. Quizás los concursos tienen también algo de arbitrario. Siempre habrá “otro” que también hubiese podido ganar.

7) Sí, el reconocimiento es necesario, es un estímulo, un motivo para seguir trabajando, y es algo que se disfruta, cuando es sincero. El halago no es lo mismo, hay que tomarlo con mucha discreción, y alegrarse cuando se percibe que es auténtico.

Hasta el momento publiqué un solo libro de poesía, “Lavandera de la noche”. Me gustaría que se me recordara por mis obras y por mi vida. Por la construcción de un bienestar y una honestidad, para conmigo misma y para con los demás.

8) Estoy leyendo más novelas que poesía. En este momento estoy leyendo “Suite Francesa” de Irene Nemirovsky. Su prosa es cruda, rica, palpitante. También estoy leyendo un libro sobre el existencialismo, que encuentro muy poético: “…Pero al hombre le está prohibido olvidarse de que existe”. Además, leo una novela de Félix Bruzzone, y al poeta peruano José Guatanabe.

No leo tanto como quisiera a los poetas contemporáneos, pero me gustan Leopoldo Castilla, Paulina Vinderman, Jorge Boccanera, , Alejandro Smith, y tantos otros. Inés Negroni, Liliana Ancalao, Szpunberg, Mileo, Julia Magistrati. Hay muchos poetas contemporáneos interesantes para leer, amigos queridos, conocidos, o intuidos, pero no podría nombrar tantos aquí.

9) Si, estoy de acuerdo con Gianuzzi, sucede que lo que se da es una tensión entre lo que se dice y lo que no se dice. De modo que es difícil usar una ponderación que destaque una sóla de esas instancias. Lo que se dice es importante para que pueda cobrar existencia “lo que no se dice”. Pero lo cierto es que las palabras dichas, pueden ser más o menos efectivas para crear esa otra dimensión, la de entrelíneas, la que nos sumerge en un estado desconocido, nuevo, donde algo queda abierto para que lo escriba el lector.

10) Creo que es llamativa la cantidad de gente que escribe, por ejemplo en Buenos Aires. Los ciclos de poesía y los circuitos donde se lee y escribe (talleres grupales e individuales, bares literarios, etc.) son muchísimos. Probablemente el valor artístico, poético, de todo lo que se publica sea bastante diverso. Estamos sí, invadidos por la palabra, por la información, por los excesos de la comunicación. Simplemente, no se puede absorber todo lo que está disponible. Hay que seleccionar, ser minuciosos, para poder disfrutar de algo. La palabra como plegaria, como escape, como búsqueda interior, tiene validez aunque no siempre se pueda considerar poesía. Es bueno poder distinguir estas cosas, y no siempre es sencillo. La palabra nos devora en el sentido de que no puede existir pensamiento sin lenguaje, aunque probablemente sí puede haber discursos vacíos.
En la comunicación humana, un alto porcentaje corresponde a la comunicación no verbal. Lo gestual, postural, el espacio y las distancias, los tonos, volumen, ritmo, etc. Por eso el uso de la palabra implica también un esfuerzo para dotarla de carnadura, en la construcción del poema. Y si esto no sucede nuestra mente y cuerpo tal vez sientan una inexplicable sed cuando escribimos o leemos poesía.